Mucho más que armas y balas
Texto: Pablo Pérez Paetow
Ilustraciones: Violeta Velasco
Introducción
“Las guerras han cambiado”.1 Parafraseando a Benedetta Berti, lo que solía ser un confrontamiento entre Estados es ahora, normalmente, una disputa entre un Estado y un actor no estatal armado. De hecho, “del total de 216 acuerdos de paz firmados entre 1975 y 2011, 196 fueron firmados entre un Estado y un actor no-estatal”.2 Por lo tanto, si queremos que cualquier proceso de resolución de conflictos tenga éxito, debemos comprender a las partes involucradas: Estados y actores no-estatales armados.
De los primeros conocemos mucho. De los segundos, no tanto. Este es precisamente el motivo de que puedas leer este artículo. Desgraciadamente, y aquí meto ligeramente el dedo en la llaga, me temo que a veces nos conformamos con una de las dos caras que tienen los actores no-estatales armados: armas y balas (cómo luchan, quiénes luchan, dónde y por qué). Sin embargo, no es muy osado advertir que estos grupos son mucho más complejos: son capaces de llegar a cubrir en mayor o menor medida la falta de gobierno que la guerra ha provocado, algunos grupos han llegado a crear partidos políticos (como Hezbolá), muchos cubren las necesidades básicas de la población, crean revistas y canales de televisión e incluso han llegado a abrir escuelas y hospitales.
En este artículo trataremos sobre uno de ellos, el Estado Islámico, autoproclamado así en el verano de 2014 por su líder Abu Bakr Al Bagdadi. A diferencia de otros grupos terroristas, ha actuado en Irak y Siria desde su nacimiento como un actor no-estatal armado que ha aspirado siempre a convertirse en Estado. Concretamente, hablaremos de cómo el Estado Islámico o Daesh ha gobernado las zonas que ha controlado. En definitiva, de su gobernanza.
Nacimiento
El Estado Islámico de Irak y Siria ha sido sin ninguna duda uno de los grupos terroristas con más poder en ambos países. Su objetivo, establecer un califato suní de corte salafí.3
Uno de los momentos más interesantes para entender el origen de Daesh se remonta a 2003, con la invasión de Irak por parte de las tropas de EE. UU., Reino Unido, España, Australia y Polonia. En marzo de ese mismo año, Estados Unidos estableció la CPA4 (Coalitional Provitional Authority) en Bagdad, liderada por el diplomático estadounidense Paul Bremer y, a su vez, implantó la conocida “desbaazificación”: un proceso mediante el cual se disuelve el ejército iraquí y se procede a la purga de los oficiales del partido Baaz de los estratos más altos del gobierno. Traducido a números, 400.000 soldados y entre 20.000 y 120.000 miembros del gobierno pierden sus empleos. Además, “se entrena a milicias policiales, posteriormente conocidas como escuadrones de la muerte, que comienzan a arrestar a miles de jóvenes suníes, muchos de los cuales aparecen semanas después muertos en las calles de ciudades como Bagdad”.5 Irak se convierte en un lugar indeseable.
En ese momento se decide canalizar ese odio y, aprovechando la oportunidad, se establece Al Qaeda en Irak (AQI) para conformar y liderar la insurgencia en contra de las tropas estadounidenses. Durante 2006 y 2007, después de las elecciones convocadas tras la invasión de 2003, la violencia estalla en el territorio iraquí. Al Qaeda en Irak cambiará estratégicamente su nombre a Estado Islámico en Irak (EII) y será presentado como el Estado para los suníes iraquíes reprimidos por el régimen. En palabras del periodista Mikel Ayestarán, si “desmontas un país como Irak, desmontas las fuerzas de seguridad, generas una bolsa de desempleados enorme con mucha experiencia militar y a esto le añades el factor sectario, ya que el poder se lo quedan los chiíes, te queda entonces una minoría suní con capacidades militares que es fácilmente penetrable por elementos del salafismo más radical”.6
Al Zarqawi se convirtió en su emir.7 Este cambio no supuso una completa separación del liderazgo de Al Qaeda, que lo aprobó. Sin embargo, la relación comenzó a deteriorarse poco a poco debido a disputas relacionadas principalmente “con la falta de obediencia de su líder ―que ya incomodaba a la cúpula de la organización―, el salvajismo que estaba implantando en las villas que lograba conquistar ―fusilamientos, decapitaciones, secuestros, tortura― y la aplicación radical de la sharía o ley islámica entre los civiles, cada vez más asustados y reacios a prestarles apoyo”8.
A finales de 2012 e inicios de 2013, casi dos años después del estallido de la revolución en Siria, se produce la internacionalización de su guerra civil. “La guerra civil siria terminó en la primavera de 2013 como mucho, cuando el Hezbolá libanés, dependiente de Irán, hizo pública su intervención en Al Quseir. Lo que vino después tal vez pueda considerarse parte de la guerra siria, pero no de la guerra civil siria”, explica Yasin Al Haj Saleh9. Comienzan a aparecer actores no estatales y países que, con intereses propios, están interesados en diferentes devenires del conflicto. Lo que empieza siendo una revolución pacífica en contra del régimen de Bashar Al Ásad, se convierte en una guerra protagonizada por actores y potencias extranjeras.
Dentro de este marco de internacionalización de la guerra civil, el Estado Islámico en Irak se expande a Siria en 2013. Esto molesta a Al Qaeda, que ya tenía una filial en Siria (Jabat Al Nusra) y reclama que el EII se centre exclusivamente en Irak, donde sí está legítimamente reconocido como el brazo local de Al Qaeda.10 El Estado Islámico de Irak, por su parte, no da su brazo a torcer y, entre enfrentamientos armados, se separa en 2014 de su matriz.11 Nace el Estado Islámico de Irak y Siria (EIIS).
Fundamentos de su estructura de gobierno: apuntes y principios básicos
Antes de desglosar la estructura institucional de Daesh, me gustaría dejar claro lo siguiente. Aunque pueda parecer obvio, debemos recalcar que el esplendor y el grado de sofisticación de su gobernanza, de “los aparatos gubernamentales” y de “las políticas públicas” del grupo terrorista dependen, principalmente, de dos variables. En primer lugar, del grado de control que se tenga sobre el territorio. En ciudades como Mosul o Raqa ―donde Daesh ha gozado de un amplio dominio― el grupo terrorista ha podido desarrollar una gobernanza mucho mayor que en ciudades que no ha controlado tanto, como Deir ez-Zor. En segundo lugar, de la importancia estratégica del área en cuestión. Es decir, en áreas estratégicamente no interesantes ―como en Latakia12― Daesh suele hacer uso de bajos niveles de gobierno y simplemente se limita a cubrir las necesidades humanitarias de la población, mientras en ciudades más céntricas y estratégicamente importantes como Alepo, sí que ha intentado desarrollar estructuras de gobernanza más sólidas.13
La gobernanza tiene tres principios básicos: efectividad, seguridad ―tanto interna como externa― y legitimidad. En el momento en el que se controlan estas tres patas se puede mantener la mesa en pie. Con “efectividad” nos referimos a la efectividad en la provisión de servicios, lo cual genera lealtad y conformidad entre los gobernados. Como veremos, Daesh provee de una amplia gama de servicios, bienes públicos y ayuda humanitaria: cuenta con policía, con panaderías, sistemas de agua, hospitales, escuelas… En cuanto a la “seguridad”, nos referimos tanto a salvar a la población de las bombas y la guerra como a la seguridad interna para asegurarse de que no hay levantamientos. Debemos entender que muchas zonas carecen de seguridad. Como civil, en una zona de guerra, ¿no apoyaría usted al ente, grupo o actor que le proveyera de lo necesario para no morir? Lo cierto es que Daesh y sus instituciones son vistas, al menos en un principio, como la protección, el orden y la seguridad ante un estado de naturaleza gobernado por el caos. “¿Sabes lo que era Mosul antes de que el Daesh apareciera? Sufríamos bombas y asesinatos casi todos los días. Ahora tenemos seguridad”, decía un habitante de la ciudad.14 Ahora bien, qué precio se pagó posteriormente por esa seguridad ―que pasó por el sometimiento a un Estado policial― es una cuestión muy diferente y algo de lo que posiblemente los sometidos no consiguieron percatarse hasta pasado un tiempo.
Con respecto a la “seguridad interna”, probablemente ISIS sea entre todos los grupos terroristas uno de los que más se la toma en serio. No duda en utilizar la fuerza bruta para garantizar la seguridad, tanto con las cortes islámicas, como con la policía local y la policía religiosa. Erradica las voces opositoras internas y establece una maquinaria gubernamental al más puro estilo orwelliano. Como es típico en la construcción de regímenes totalitarios, dicha maquinaria no se instaura del día a la mañana. El proceso fue gradual y pasó de ser un grupo que ofrecía seguridad y servicios básicos a un Estado del terror en el que los ciudadanos intentaban no causar muchos problemas, mirar para otro lado, cumplir y seguir con sus vidas. El miedo, como en la novela del británico, funcionaba. Sin embargo, Daesh sabía que la brutalidad le restaba adeptos entre la población. Por ese mismo motivo, siempre buscó legitimidad. ¿Y cómo intentó ganarla? Principalmente de dos maneras. En primer lugar, invirtiendo en propaganda, buscando en todo momento la legitimidad religiosa, demonizando al enemigo y presentándose como el único salvador ante un mundo que odia lo musulmán. Y, en segundo lugar, mejorando y entendiendo las relaciones con las diferentes tribus y dejándolas administrar sus territorios en alianza con el grupo. Las tribus se benefician de la ayuda, seguridad y no-coerción que les proporciona el grupo terrorista y a cambio de ello le ofrecen, en lo militar, ayuda económica, soldados y armas y, en lo político, un impuesto, zakat. Hablaremos de estas ayudas posteriormente.
Distribución territorial, ministerios, funcionariado y servicios
El EIIS o Daesh ha llegado a controlar un territorio que, en su máximo esplendor ―finales de 2014― y concentrado principalmente entre Irak y Siria,15 ha llegado a ser más grande que Portugal,16 con una población aproximada de entre 11 y 12 millones de personas. Como el Estado soberano que cree ser, el grupo terrorista ha hecho pública su división territorial e incluso a llegado a anunciar las regiones que aspira a disfrutar.17 Dentro de cada país ―principalmente Irak y Siria―, su territorio lo ha dividido en Wilayat18 (traducible como provincias, regiones administrativas), y Qata´at,19 unidades territoriales más pequeñas. Este sistema de Wilayat no es un invento nuevo. Durante el Imperio otomano, Suleimán el Magnífico (con gobierno de 1522 a 1566) creó esta distribución territorial. Como ven, restaurar el califato ―con las implicaciones histórico-islámicas que esto supone― y constituir un Estado con la distribución territorial y el aparato gubernamental característicos de cualquier otro, han sido sus dos principales objetivos.
En cuanto al propio acto de administrar este territorio, en ciudades como Raqqa y Mosul el grupo terrorista se ha parecido mucho a un Estado. Ha reconstituido ministerios y ha contado con un funcionariado. Para el término “ministerio” utilizaron la palabra “diwan”, con la que ya se designaba a este tipo de instituciones desde los primeros califas. De algunos conservaron el nombre que tenían antes de su llegada, como el Ministerio de Agricultura, Ministerio de Hacienda, Ministerio de Educación o Ministerio de Sanidad, y otros los crearon, como el Ministerio de la Hisba o el Ministerio del Botín de la Guerra. El funcionariado, clave para administrar las grandes ciudades, mantenía sus puestos siempre y cuando fuera suní.20. Los llamaban y, a quien no se presentaba, lo mataban. “No teníamos otra opción que volver al trabajo”, decía Muhamad Naser Hamud, que trabajaba en el Ministerio de Agricultura a las órdenes del EIIS. “Hacíamos el mismo trabajo que antes. Excepto que ahora lo hacíamos para un grupo terrorista.”21
Una de las primeras preocupaciones del grupo terrorista cuando llega a un territorio recientemente ocupado es ganar legitimidad y establecer un cierto orden ideológico. Siendo esto así, una de las primeras representaciones de gobernabilidad que encontramos son los eventos Da´wa,22 congregaciones donde se adoctrina a la población y se explica el modelo social y religioso que el mundo musulmán “debe tener”. Por supuesto están acompañadas de comida y bebida, se reparten panfletos propagandísticos, se celebran talleres de memorización del Corán y competiciones de recitación del mismo, se proyectan producciones y series del grupo e incluso se ha llegado a regalar juguetes a los niños.23
Una vez este primer contacto se establece, en las áreas que el grupo considera de especial interés se desarrolla un programa educativo más sofisticado, todo bajo el Ministerio de Educación. Se reabren escuelas, se organizan lecciones e incluso se reanudan servicios como el transporte escolar. Se elimina la asignatura de filosofía y la enseñanza, de corte religioso, se fundamenta en la memorización del Corán y la Sunna y el estudio de la historia del islam. La educación primaria e infantil consume la mayoría de la financiación, mientras que la secundaria e incluso la universitaria tiene menor peso; normalmente fueron las mezquitas o los eventos Da´wa donde se tuvieron que formar los más grandes.
Sin embargo, para garantizar la existencia de un estado basado en la sharía (ley islámica) no basta solamente con educar y con explicar qué comportamiento es el correcto. La preservación de un orden religioso precisa de alguien que vele por su cumplimiento, que pueda documentar cualquier violación del mismo, juzgue y castigue. Se eliminó el Ministerio de Justicia y se constituyó el Ministerio de la Hisba, las Cortes Islámicas y la Policía Local. Teóricamente, de la documentación de delitos se encargaba la Hisba24 ―la policía religiosa―, mientras que de juzgar y castigar se encargaban los tribunales o cortes islámicas y la policía local respectivamente. A diferencia de las fuerzas de policía local, que constituyen el brazo ejecutivo de las cortes, los miembros de la Hisba son únicamente responsables de documentar cualquier violación de la sharía, que posteriormente pondrán en manos de las cortes, las cuales a su vez procederán al juicio. De las cortes islámicas ―que como hemos dicho juzgan y dictan las resoluciones oportunas― es interesante destacar los hudud (castigos religiosos), reservados a las ofensas más flagrantes de la ley islámica, que se han llegado a sentenciar semanalmente y a veces con ejecuciones públicas en las plazas principales de las ciudades controladas por el Daesh.
Detrás de esta supuesta imparcialidad de agentes y sistema judicial reside una organización criminal que no da cabida a ningún tipo de disentimiento político, religioso o civil. Las detenciones extrajudiciales,25 las palizas de la Hisba y la tortura tuvieron vía libre en el territorio controlado por el grupo y, por si esto fuera poco y según un estudio de Amnistía Internacional que detalla los abusos del grupo terrorista en las detenciones que llevan a cabo26, dentro de sus centros de detención se han podido encontrar, además de presos políticos y activistas, niños de ocho años a los que gritaban: “¡enseñad a estos monos cómo rezar!”
Además de proporcionar seguridad y orden, si quieres ganarte la simpatía de una población devastada por la guerra, debes cubrir las necesidades básicas de la misma. Además de la sintonía que generas, mediante el aprovisionamiento de las necesidades básicas puedes construir una relación paternalista entre el gobernado y el grupo armado muy provechosa. Si a quien no puede escapar de la guerra eres capaz de demostrarle que el único que le puede dar, a parte de seguridad y orden, electricidad, luz, hospitales y algo que llevarse a la boca, eres tú, tienes mucho terreno ganado. Y si encima uno lo hace mejor que el gobierno anterior, como cuentan algunos testimonios, todavía más. Siguiendo esta misma lógica, Daesh creó específicamente un ministerio para esta tarea, el Ministerio de Servicios Islámicos, que fue el encargado de la apertura de panaderías y hospitales, servicios sanitarios gratuitos, reconstrucción de cañerías de agua, recogida de basura y reinstalación de sistemas de cableado y electricidad. “Las calles estaban más limpias que en el tiempo del gobierno iraquí”, reconocía un entrevistado.27 “Documentos y entrevistas de decenas de gente que vivió bajo su gobierno muestran que el grupo ha llegado a ofrecer mejores servicios y demostrar ser más capaz que el gobierno al que ha reemplazado”. “La recogida de basura fue el número uno para Daesh”, añadía otro. “No había visto Mosul así de limpia en 30 años”, concluía.28
Por otra parte, aunque la política de gobernanza avanza cuando un territorio es ocupado o adherido y se genera cierta seguridad, orden y estabilidad, la guerra no cesa. De este modo, Daesh también creó Oficinas de Reclutamiento Militar, cuyas localizaciones llegaron a hacerse públicas. Interesante. No siendo esto muy habitual entre grupos terroristas, ¿por qué iban a hacer públicas las oficinas de reclutamiento militar? En primer lugar, porque dando a conocer las oficinas de reclutamiento, normalizas las fuerzas militares, estrechando así la relación entre la población y el cuerpo militar. Y en segundo lugar, por lo que ellos quieren representar. Una vez más podemos comprobar que ellos no se ven ―o no quieren mostrarse― en ningún momento como una organización terrorista. Daesh, como el Estado soberano que cree ser, simplemente busca reclutar ciudadanos para la guerra a la que se enfrentan.
Además de todas estas oficinas, instituciones y servicios, que como hemos visto tratan asuntos internos de la comunidad gobernada, Daesh llegó a crear su propio ministerio de asuntos exteriores, al que llamó “Oficina de Relaciones Públicas y Asuntos Tribales”. Las relaciones tribales son muy importantes en Siria y el EIIS lo ha tenido muy claro desde el principio. Las milicias tribales surgieron a partir de la escalada de violencia en muchos puntos de la estepa siria, que aproximadamente constituye un 55% del país. Ofrecen poder y lealtad, y el ascenso y éxito del Daesh no se podría explicar sin su relación con las tribus. Estas se suelen adherir a los actores más poderosos ―como puede ser el régimen, Daesh o Jabat Al Nusra― por protección, beneficios económicos, miedo o simplemente por sintonía de ideas (aunque esto último sea probablemente la causa de menor peso). Su unidad y resistencia violenta, basada fundamentalmente en el intiqam,29 y su capacidad de organización junto a su lealtad y su capacidad militar en lo armamentístico y en el conocimiento puramente estratégico-militar (procedente y aprendido de la invasión estadounidense de Irak), hicieron de estas tribus apetecibles actores a los que atraer.30
Conclusión
Llegados a este punto, la pregunta que da nombre al artículo podría pasar a ser: Y, entonces, ¿qué no ha tenido de Estado el Estado Islámico? Como hemos visto, el grupo terrorista ha llegado a controlar un territorio del mismo tamaño que Portugal y con más de 10 millones de personas. Cuando a uno le explican qué es un Estado o cuáles son los elementos que lo componen, se suele escuchar algo parecido a “requiere de población, requiere de un territorio estable y reconocido por la comunidad internacional, requiere de un ordenamiento jurídico surgido de sus propias instituciones y requiere de reconocimiento internacional”. En ciertos momentos, cuando Daesh ha ostentado el control de grandes ciudades como Mosul, Raqa o Alepo de manera “estable”, ha gozado de territorio, población y ordenamiento jurídico. Ha contado con ministerios y funcionariado y se ha comportado de facto como lo hubiera hecho otro Estado o mejor en lo que a la efectividad de sus servicios se refiere. Llegó a crear su Banco Central e incluso se le pasó por la cabeza crear su propia moneda.31 Ha reabierto escuelas, ha tenido sus propias cortes, ha dividido su territorio de la misma manera que cualquier otro Estado lo hubiera hecho, ha cobrado impuestos, ha puesto multas, ha rehabilitado carreteras, y ha garantizado seguridad y servicios básicos. “La capacidad de gobernar de Daesh ha sido realmente tan peligrosa como sus combatientes”, dice Fawaz A. Gerges, autor de ISIS: A History. Ha creado instituciones con la intención de parecerse a lo que quiere ser, un Estado, y ha constituido una maquinaria mucho más engrasada de lo que se cree.
Como han visto, El EIIS ha hecho muchas más cosas que disparar y matar. Reconozco que el título es controvertido. Solo busco hacer ver a cualquiera la complejidad de este tipo de grupos, en este caso del autoproclamado Estado Islámico. Por lo tanto, ¿que qué ha tenido el Estado Islámico de Estado? Mucho. ¿Podemos considerarlo como tal? No. Ni mucho menos. Simplemente, querido lector, el Estado Islámico ha sido mucho más que armas y balas.
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